El don de la comunión trinitaria
«Hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20, 35), escribe el Apóstol de los gentiles, pero en Dios que es Amor «dar» y «recibir» tienen la misma dignidad, porque la Vida trinitaria no es sino intercambio y gratitud que se derrama y se difunde sobre toda criatura para que goce de una comunión y alegría cada vez más profundas.
Agradezco al Instituto Iesu Communio el haber acogido estas meditaciones en el marco de la Semana Santa de 2017 y el haber querido compartirlas con un público más amplio. Agradezco en particular todo el cuidado dedicado a la preparación del manuscrito y la colaboración de Ediciones Encuentro.
Espero que estos esbozos de espiritualidad, sacados de la fuente de la Gloria trinitaria que mana del misterio pascual de Cristo, sirvan para alegría de los creyentes e impulso para la evangelización.
Cardenal Marc Ouellet
«Si hablo –como creyente– de la Santísima Trinidad,entonces “no hablo de ella como hablaría de una constelación situada en alguna parte del infinito,sino que veo en la Trinidad el primer principio y el fin último de mi existencia, y la fe en ese misterio supremo me abarca a mí también”».
(Romano Guardini)
«En la Iglesia, la amistad y los encuentros pasajeros pueden comunicar fuerza para años» (H. U. von Balthasar). En la Iglesia de Jesucristo suceden encuentros providenciales. Providenciales porque solo el Señor de nuestras vidas sabe cómo alcanzarnos en nuestro peregrinar con su paso firme y tierno para darnos la palabra, el ánimo y el gesto oportuno, y así avanzar con esperanza renovada en su designo de amor y salvación.
Un encuentro providencial y clave para Iesu Communio fue conocer al Cardenal Marc Ouellet en marzo de 2011, apenas unos meses después de la aprobación del Instituto. Su interés y alegría por este carisma naciente, como por todos los carismas que el Espíritu suscita y hace nacer en su Iglesia, dio a nuestro peregrinar un impulso de agradecimiento para adentrarnos con más gozo y audacia en este horizonte humano-divino del seguimiento a Jesucristo.
La comunión trinitaria está en el centro de la espiritualidad del Cardenal Ouellet. Al escuchar sus palabras, me venía al pensamiento aquella imagen de un caleidoscopio que recoge Von Balthasar en su libro Historia de una misión sobre santa Teresa de Lisieux: «Y en el hechizo de la gracia, Teresa habla de un caleidoscopio que poseyó en su niñez: “Una especie de catalejo en cuya extremidad se ven bonitos dibujos de diversos colores. Si se da vueltas al instrumento, los dibujos varían hasta el infinito”. Teresa descompone el tubo encantador para ver cómo se produce el milagro y descubre “unos trocitos de papel y de lana echados acá y allá y cortados de cualquier modo. Y tres espejos en el interior del tubo. Esto fue para mí la imagen de un gran misterio. Dios nos mira por el pequeño ocular, a través de sí mismo, a través del foco del amor, la Santísima Trinidad. La mirada del Dios trino, mirada del amor, la que crea verdad, es la única objetiva. Teresa lo sabe y por eso pide a Dios trino que “no la mire sino a través de la faz de Jesús y de su corazón ardiendo de amor”. Entonces nos ve Dios como realmente somos, es decir, en la realidad de su eternidad y no en el espejo engañoso de nuestra temporalidad. “¡Con qué gusto me dejaría magnetizar por Nuestro Señor!”».
La teología del Cardenal Ouellet vuelve al centro del que todo mana: el misterio del Dios uno y trino, ese acontecer fecundo de donación y acogida entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Quiere expresar la configuración trinitaria de la fe cristiana en su totalidad. Sus palabras son una invitación a mirar, contemplar y adorar con asombro y gratitud este misterio de amor del Dios uno y trino, nuestra fuente y destino. El misterio de la Trinidad ilumina el misterio de la existencia humana, está contenido todo él en el misterio de Cristo. «Fuimos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Hemos sido sumergidos en estas relaciones, porque las tres personas divinas son el sello con el que fue marcado nuestro ser. Hemos sido integrados en las relaciones divinas por ser hijos e hijas de Dios. Es una realidad, no un sueño, ni un ideal; es un don, una gracia».
El tema central del libro es el don de la comunión trinitaria que se nos regala en la Eucaristía: «La communio divina se nos da en la carne de Cristo, y en la carne de Cristo resucitado, que es su carne eucarística».
Este libro recoge las meditaciones y homilías que el Cardenal Marc Ouellet pronunció y entregó por escrito a la comunidad de Iesu Communio para ser meditadas los días de Semana Santa de 2017, en los que las hermanas y un grupo numeroso de jóvenes en discernimiento vivimos acompañadas de su presencia y palabra. De su mano nos adentramos en el misterio de la Pasión de amor de Cristo con especial atención al don de la comunión trinitaria. En el volumen también se recogen otros encuentros con el Cardenal en años anteriores al 2017. Algunos de los textos son meditaciones o conferencias escritas en francés o en italiano, que se han intentado traducir lo más fielmente posible.
Gracias al Cardenal Marc Ouellet en nombre de todas y cada una de las hermanas de Iesu Communio por tanto bien recibido en estos años. Porque ha sabido acompañarnos y sostenernos sobre todo en los momentos sufrientes, de cruz, que conlleva el nacimiento de un carisma.
El domingo de resurrección, 8 de abril de 2012, nos escribió una bellísima carta a Iesu Communio, que cada hermana acogió como don y tarea: «Iesu Communio, tú vives en la tierra la vida del Reino. Eres un sacramento de la Iglesia, esposa de Cristo, una luz puesta sobre el candelero para iluminar y atraer a los sedientos de Dios en el mundo. Tengo sed es palabra escatológica de Jesús que, como su única Eucaristía, trasciende y atraviesa los siglos, traspasando corazones, tu corazón, Iesu Communio. Este grito doloroso de Jesús, que te estremece y se apodera de ti, es un nuevo carisma, un don del Espíritu Santo en vista de la nueva evangelización. Este tu carisma tiene un significado particular en cuanto renueva la vida consagrada como participación en el misterio esponsal de Cristo y de la Iglesia. Este don de Dios te enamora, Iesu Communio, y te llama a ofrecerte al Esposo para apagar su sed de amor».
Hay palabras que hacen arder el corazón y ayudan a amar, servir y desear mayor entrega en el don recibido.
Gracias, Jesucristo; gracias, Iglesia de Jesucristo, que, bajo la guía del Espíritu Santo, sales a nuestro paso para confirmarnos y animarnos en la voluntad del Padre.
Madre Verónica