El ave fenix
Cristo, Sol sin ocaso.
El ave Fénix era única en su especie y de una gran belleza, que, cuando moría tras una larga vida, volvía a renacer de sus cenizas con una espléndida hermosura. Muy pronto, los primeros cristianos adoptaron este mito como un símbolo de la futura resurrección, sabedores de que su vida no acabará en cenizas sino que de éstas se levantará con inusitada fuerza conforme a la resurrección de Cristo. Más aún, al tratarse de un ave única que procedía del lejano y misterioso Oriente, el lugar del nacimiento del sol donde no existe la muerte, y venía a morir en el Occidente, el lugar de la muerte, la leyenda del ave Fénix acabó simbolizando a Cristo mismo que vino de Dios para morir en este mundo y resucitar de sus cenizas.