El buen Pastor
El Señor es mi Pastor, nada temo (Salmo 23).
En las galerías de las catacumbas donde los cristianos depositaban los cuerpos sin vida de quienes habían peregrinado junto a ellos como hermanos en la fe, la figura más representada era la de Jesucristo, el buen pastor que busca a la oveja perdida (Lc 15, 1-7). Había bajado a los mismos lugares donde habíamos perdido la vida para levantar sobre sus hombros a quienes habíamos caído por tierra y conducirnos en Él, sobre sus hombros, al Padre.