Cirio Cierva | CIP003
105,00 €
Cirio Pascual pintado a mano con la cruz naranja y la imagen bíblica de la cierva sedienta.
Disponible en varios tamaños:
- 7 Ø cm por 70 cm de altura.
- 8 Ø cm por 80 cm de altura.
- 9 Ø cm por 90 cm de altura.
Para otras medidas contactar.
Pintado a mano, por lo que cada pieza es única.
Los pedidos de cirios pascuales estarán disponibles a partir del próximo año 2025.
Cirio Pascual pintado a mano con la cruz naranja y la imagen bíblica de la cierva sedienta.
La sed de Dios solo la calma Dios
Dios ha querido al hombre en su fragilidad y pequeñez: lo ha querido sediento. Y, por eso, el hombre no tiene que tener miedo a su sed, porque está en él como un bien, para que se haga consciente de que no se basta a sí mismo, de que no es autosuficiente. La sed le habla al hombre y le dice que no puede encontrar su plenitud sino abierto a quien puede calmar y saciar su sed.
“¡Qué bueno es sentir sed de Dios!”, decía san Agustín. Y los Salmos hablan de esa sed: “Tengo sed de ti como tierra reseca” (Sal 143, 6); “Mi alma está sedienta de Ti, mi carne tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua” (Sal 63, 2). “Como ansía la cierva corrientes de agua, así mi alma te ansía a Ti, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal 42, 2-3). En la fuerza con que el instinto irrefrenable de la cierva corre ansiosa en busca del agua, el salmista se inspira para expresar su sed de Dios.
Decía san Hilario que “el santo tiene sed de Dios”, y esa sed solo se remedia en la medida en que el hombre se abre al Espíritu que derrama Cristo resucitado. Por eso, veloz como el ciervo corre al encuentro del Resucitado que invita a calmar la sed de balde: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Yo, al que tuviere sed, le daré de balde a beber de la fuente del agua de la vida” (Ap 21, 6), porque solo Él conduce a las fuentes de las aguas de la vida (cf. Ap 7, 16-17).